domingo, 16 de diciembre de 2007

Salud Pública


LA SALUD EN ESTADÍSTICAS


Hace un tiempo, en un matutino centenario, apareció como nota de tapa que la mortalidad infantil se había reducido en un 23% en todo el mundo, según lo manifestaba UNICEF. Esta entidad también afirmó que había bajado la cifra en Argentina, lo que me permito cuestionar.

En marzo de 2005, Richard Horton, editor jefe de la prestigiosa revista médica británica “The Lancet”, expresó en el National Press Club de Washington, que “unos cuatro millones de niños mueren en el mundo al nacer, o antes de cumplir un mes de vida”. Pero si cuantificamos las muertes de los niños menores de cinco años, lo que incluye la cifra anterior, el resultado es de unos diez millones de muertes en un año.

Y agregó: “el objetivo debe ser lograr de una vez y para siempre que la ignorancia no sea una excusa para el común de la gente, ni tampoco para la falta de acción política”. Es posible creerles a Mr. Horton, o a Malthus. Si nos atenemos a la realidad, creo que este último le saca una cómoda ventaja, pero eso podríamos preguntárselo a nuestro matrimonio presidencial, ya que en su primer viaje a Estados Unidos, recibieron de las manos de Bush, una copia muy fina de su libro, “Essay on the Principle of Population”, escrito en 1798.

¿Sabe qué es lo grave? Que un 75% de esas muertes infantiles se pueden evitar; pero aquí triunfa Malthus por paliza. No cabe duda que este plan siniestro, de vieja data, sigue activo y en ejecución silente… de no mediar un milagro, inexorablemente exitoso, gracias a los anómicos corderos, que llevando un voto en la mano para llenar la urna se topan con Lucifer.

¿Qué nos ha pasado? Desde hace muchos años vivimos chocando con las mismas piedras y no alcanzamos a recomponernos. ¿Cómo es posible que en nuestra patria se nos muera alguien de hambre, niño o adulto, con una tierra que puede alimentar a más de 120 millones de personas? ¿Es éste el país de los derechos humanos? Pues si es así, a tomar conciencia señores funcionarios inútiles, ¡basta de declamaciones vacías! pues se nos están muriendo todos los días, adultos y niños; en el caso de éstos últimos, uno cada dos horas, lo que hace unos 360 por mes y 4320 por año.

Estos pequeños se mueren por las mismas causas que hace cincuenta años atrás, y en todo este tiempo, no han hecho nada al respecto. ¡Basta de repartir preservativos y píldoras del día después, basta de abortos y de vasectomías, las que inducen al cáncer de próstata, por si no lo saben; basta de engordar bolsillos, nuestro país necesita mano de obra calificada, si se sigue en este rumbo nunca la tendremos!

El análisis del desastre

Toda esta decadencia e inmoralidad no ha sido producto de la casualidad, ha sido provocada por una clase política prebendaria y ociosa. Los escalones de la caída son:
1) falta de justicia e inobediencia de la ley moral;
2) desmantelamiento de las instituciones que le dieron origen a la nación, como la Iglesia y el Ejército;
3) corrupción y envilecimiento de la sociedad;
4) ensoberbecimiento de los dirigentes y poca afección al trabajo;
5) autismo político;
6) ausencia de dignidad, honor e idoneidad;
7) carencia de planificación.
Son siete, como los pecados capitales.

Sobre el tema que nos ocupa, para obtener logros tangibles, el país debe contar con un Sistema de Salud que se ocupe ante todo de la prevención y luego, de ser posible, de la curación, ámbito en el que se debe dar prioridad a la capacitación y al cumplimiento de la vocación, para que servir sea un deber.

El ámbito de la salud

La salud necesita recursos humanos y económicos, y para su control de calidad, auditorías en terreno. Al investigar el gasto en salud, como lo realizó la O.M.S. hace unos años, valorando la eficiencia en el uso del recurso económico, se vio que nuestro país gastaba entre 600 y 795 dólares por habitante y por año, lo que lo ubicaba en el puesto 75 en un universo de 191 países, con un 72% de eficacia en la utilización del presupuesto.

Este estudio tomó en cuenta cinco variables:
a) mortalidad infantil;
b) esperanza de vida al nacer;
c) accesibilidad a la atención y demora de la misma;
d) gasto en relación al ingreso, por habitante y por año;
e) discriminación por situación social.

El gasto total en salud, de todo el país, era de entre 20.000 y 30.000 millones de dólares por año, de los cuales el Estado proveía un 22%, las Obras Sociales un 34% y el 44% restante lo aportaba la población en general y por todo concepto.

Al evaluar ese informe, se advierte que otros países de América del Sur tienen un gasto mucho menor (cuándo no) por habitante y por año; por ejemplo, Chile, cuyo gasto era de U$S 331 por habitante y por año, con una eficacia del 87%; Venezuela, eficacia del 77%, y Paraguay del 76%. Esta comparación de datos revela que se gastan grandes sumas de dinero sin obtener resultados acordes a lo gastado, ni registrar avances sustanciales en los indicadores sanitarios que justifiquen la inversión. Podemos decir que buena parte del recurso económico queda atrapado en la inmensa red de una burocracia que en muchos casos sólo se ocupa de incrementar sus patrimonios personales.

Lo aseverado se refleja en un estudio realizado en el conurbano bonaerense, en varios municipios, durante 2003. Allí se demostró que de cada $ 100, que se gastaban, en “ayuda alimentaria”, sólo llegaban a los necesitados $ 20; los restantes $ 80, desaparecían: esta provincia es mágica, estimado lector.

Hemos llegado así a niveles escandalosos de desnutrición infantil y de adultos, de la mano de estos varones, guardianes de sus propios bolsillos. Es conocido el hecho de que si un niño no recibe la cantidad de nutrientes esenciales para su desarrollo, en especial en los primeros tres años de vida, se producen diferentes trastornos cognitivos y del aprendizaje, lo que genera deserción escolar y posteriormente, pauperización laboral y pobreza, con exclusión social, que es lo que vemos todos los días en las calles de nuestros barrios. Es lo que se llama la nueva barbarie, que está aquí, entre nosotros. De lo que estoy verdaderamente conciente es que esto a alguien le conviene y mucho.

Se dice que las tasas de mortalidad infantil bajaron de 16,3‰, en 2001, a 14,4 en 2004; las actuales dicen ser del 12,9‰. Tengo en mi poder los datos publicados en 2006, pero son sólo del primer semestre de 2005, y la fuente de los datos es de diciembre de 2005. Por favor seamos más claros, pues ya no entiendo nada, dentro de poco, vamos a tener el IndeK pediátrico, también alterado, como todo. Dijo el ministro de Salud de la Nación, que el número viene bajando (como el jangadero), desde el 2002, gracias al Plan Federal de Salud, y que bajará a un dígito en 2010. Es para reflexionar, realmente.

La cifra de mortalidad materna, es TRAMPOSA, sí, con mayúsculas. Se publica reflejando a razón de muertes por 10.000, cuando en el resto del mundo, pero en serio, son por 100.000, por lo que aparece una cifra espuria de 4,4 por 10.000, lo que sería 44 por 100.000. En los países de referencia, como Estados Unidos y Canadá, el valor es de cuatro muertes maternas por cada 100.000 partos, lo que revela el nivel sanitario de cuidados prenatales y de salud de las madres. Por favor, se ruega no mentir más.

La mortalidad infantil, en algunas provincias es una afrenta; algunos ejemplos: Formosa: 25,1‰, en Tucumán: 20,5‰, San Juan: 16,4‰, Entre Ríos: 15,5‰.

La tasa de natalidad está muy cercana a la tasa de mortalidad infantil, lo que nos debiera preocupar, pues crecemos a razón de dos habitantes nuevos, por mil y por año. Esto no es casual, este país necesita ser habitado, y a este ritmo no crecerá por muchos años; vale la pena preguntarse por qué.

Quiero concluir este informe diciendo que tan sólo espero que no sea tarde, cuando Dios Nuestro Señor haga tronar el anhelado escarmiento, para el bien de esta patria amada y de todos sus hijos, sin exclusión alguna.
Alejandro Ameijeira

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el caso de Tucumán, se viene dando un descenso muy pronunciado desde el año 2002. El índice que ud dio corresponde al 2004 (es decir, medido en 2004), pero ya en 2005 esa cifra pasó a 16,42%.
De hecho, fue tomado este ejemplo como referencia en la OPS en Washington en octubre pasado: Te paso el link de La Gaceta de Tucumán, que no es precisamente un diario oficialista: http://www.lagaceta.com.ar/vernota.asp?id_seccion=8&id_nota=238495&fecha=04/10/2007

Para 2006 se estima que la medición daría alrededor del 13,3% de mortalidad infantil. No estamos bien, pero aclaremos que Tucumán no tiene un 20,5% de mortalidad infantil como ud. escribió.

Anónimo dijo...

Gracias por tan buen artículo, querido Dr. Alejandro. Un abrazo de Miguel Ángel Pizzio, a través del tiempo y la distancia.